Por la mañana resplandeces del color rojo
al primer rayo de luz.
Te contemplo como la Tierra,
donde descansan seres vivientes de distintas sustancias.
Hace algunas horas que perdí el control fijado a Ella...
Rápidamente, el sensible cerebro
percibe el gusto amargo,
como si fueran mil millones las moscas dentro de la boca.
Quisiera recibir las sensaciones como los anfibios,
que los distintos sabores y fonemas,
actúen como el ácido automático en mi cuerpo
y sentirte,
como si nueve mil corpúsculos sensitivos,
marcharan al ritmo de mi corazón de naipe francés.
Logras capturarme
como si estuvieras hecha de finos hilos del aracnoides.
No me puedo resistir,
es ahí donde comienza la reacción nerviosa...
